lunes, 26 de enero de 2015

PLAZA MÉXICO.- TEMPORADA GRANDE



Morante de la Puebla, torería desde capote a puntilla en La México

 (Foto: Tadeo Alcina)

Acostumbrado a que el público reconozca a los toreros cuando estos no son premiados por los jueces -presidentes les llaman allá- Morante de la Puebla rescató un premio valioso, olvidado casi en la Plaza México, que es una vuelta al ruedo. 

Y lo hizo porque sabía que la merecía tras una faena sinceramente buena en la que no solamente hubo arte, un tesoro que de suyo tiene el sevillano, sino actitud, que a veces le cuesta trabajo demostrar a José Antonio sobre todo cuando el toro no es bueno. 

Después de que su primero fuese malo, incierto y peligroso, la faena del artista sevillano al cuarto tuvo momentos emocionantes, porque el astado se movía, pero no siempre con buenas intenciones, y tuvo plasticidad porque cuando Morante clava la mandíbula en el pecho, acompaña el muletazo con la cintura y se recrea en cada uno de ellos, eso produce. 

De puntillero

La estocada fue buena, aunque tardó en hacer efecto. El aviso que sonó y el que José Antonio haya recurrido a la puntilla hasta en dos ocasiones en lugar del descabello, hicieron dudar al juez Jesús Morales en conceder el apéndice que el público le pedía. 

Al final el juez que en otras tardes ha sido poco exigente con los trofeos dijo que no, quizá pensando en que las críticas más duras hacia algunos de los trofeos que se conceden en la Plaza México han venido de los propios profesionales españoles. Así que ni quejarse vale la pena.

Morante lo sabe y como está conciente de ello, y como una oreja más o una oreja menos no le van a quitar el sitio que tiene, dio una vuelta ante el consentimiento del público que se ha dado cuenta que la responsabilidad de que lo apodere la Casa Baillères ha cambiado el concepto de José Antonio que ahora no sale a ver si se puede hacer una faena, sino a buscar hacerla incluso cuando las condiciones no son del todo favorables.

fuente:abc.es

PLAZA DE MEXICO.- El sevillano firma una personal y torera faena al quinto toro y da una vuelta al ruedo después de que el palco le negase la oreja


Morante pone el argumento 


Abrió plaza un toro de escasa presencia que embistió de forma desigual a la muleta de Zotoluco. El mexicano hilvanó una faena de buen oficio y disposición pero sin continuidad ni ritmo. Hubo más voluntad que brillo en la labor del azteca que mató de gran estocada que le valió el primer trofeo de la tarde. Con dos largas cambiadas recibió al cuarto, un animal sin fuerza alguna y al que el mexicano trató de mantener en pie. Faena de intrascedente frente a un toro inválido. 

Pocas opciones tuvo Morante de la Puebla frente al segundo de Fernando de la Mora, que empujó en el caballo con la cara alta y también echó la cara arriba en banderillas. El sevillano trató de limar los defectos al toro pero el lucimiento fue imposible. La faena de la tarde llevó la firma del sevillano. Fue ante el berrendo quinto donde Morante se lució ya de salida con varias verónicas y un sabroso quite por chicuelinas. Se movió el toro pero lo hizo sin excesiva entrega ni calidad. Con tacto suave y paciencia, Morante lo fue metiendo en el canasto y poco a poco surgieron muletazos de bellísima factura. Hubo expresión y naturalidad sobre la diestra. La faena creció en una serie al natural extraordinaria por su templanza. El final de la obra estuvo adornado con molinetes personales. Mató de estocada entera pero tardó en doblar el toro y fue el propio torero de La Puebla quien apuntilló al de Fernando de la Mora. Dio una vuelta al ruedo. 

Diego Silveti emborronó con la espada una buena faena al que hizo tercero, un toro que desarrolló ritmo y calidad y con el que dejó series de buen trazo, templadas y corriendo bien la mano. Faena ligada y de buen nivel y sólo el fallo en la surte suprema le dejó sin premio. El sexto también se movió y lo hizo además con calidad. Silveti pronto encendió la llama con varios pases por la espalda que entusiasmaron al respetable. Muy metido el público en la labor del azteca que anduvo entregado. Finalizó con un ramillete de manoletinas entre el clamor general. A pesar de un pinchazo paseó una oreja.


El sevillano realizó la faena más destacada de la tarde en la 14 corrida de la Temporada Grande

Morante de la Puebla: "He puesto el corazón y me he emocionado" 


Morante de la Puebla, tras dar la vuelta al ruedo después de su faena al quinto toro de la tarde en la Plaza México, atendió a nuestros compañeros de Unicable para valorar su actuación: "He vivido cosas muy buenas y muy bonitas y otras no. Ha sido una faena en la que he puesto el corazón y lo he entregado todo. Me he vaciado...me he emocionado". 

Por su parte, Diego Silveti, que cortó una oreja al sexto toro del festejo señaló: "Hoy me entregué, me voy al hotel vacío y la gente vibró conmigo. Ha sido muy emocionante. Quiero ofrecer mucho todavía pero esta plaza me saca lo más bonito que tengo. Sabía que no se me podía escapar".

fuente:aplausos.es


MÉXICO.- Morante grande; oreja Zotoluco y Silveti 

Definición de torería 



Prestancia, naturalidad, empaque, regusto, plasticidad, expresión, sentimiento... todo esto y más tuvo la faena de Morante de la Puebla al quinto toro del 16º festejo de la Temporada Grande de la México. Toda una amalgama de palabras que se pueden concentrar en una sola. Torería. Porque la faena del genio de La Puebla al berrendo de Fernando de la Mora podía irse de cabeza al diccionario para ilustrar de modo gráfico tal definición. Su tauromaquia puesta al servicio del toreo para convencer a un toro mediano, al que hizo embestir, acabó cuajando y, como ocurriera el pasado año en Alicante, hasta le dio un puntillazo que hizo a los aficionados retrotraerse a estampas de La Lidia. 

Faltó cordura taurina para premiar una labor que no resiste comparación con muchas de las que de modo dadivoso fueron recompensadas esta misma temporada, aunque eso sí, la vuelta fue de clamor. Sí obtuvieron premio tangible Zotoluco, por una gran estocada al que abrió plaza, y Diego Silveti, todo entrega y pundonor con el mejor lote de una corrida desigual de hechuras y comportamiento de Fernando de la Mora, que contó con un gran toro, el tercero y otro manejable que cerró plaza como los de lucimiento más factible. Luego los hubo grandes y sin fuerza como el cuarto, deslucidos como el segundo y de mediana condición como primero y el citado quinto, al que Morante le aprovechó lo poco que ofreció para esculpir una faena grande. 

Abrió la cara el segundo, distraído de salida, que apenas humilló en el capote de Morante, que aún así logró una verónica y una media de exquisito trazo. Empujó con más fuerza y genio que clase en dos puyazos, sin entregarse nunca, y echó la cara arriba a Carretero en banderillas. Morante se lo sacó al tercio para principiar faena y volvió a comprobar la tendencia del toro a soltar la cara y puntear las telas. Lo enseñó Morante por los dos pitones antes de finiquitar su faena con dos trincherazos de gran belleza y pasaportarlo con habilidad. 

Al precioso berrendo aparejado que salió en quinto turno Morante le dibujó un fajo de verónicas y un garboso quite por chicuelinas que ya pusieron de su parte al cónclave. No acabó de entregarse el toro, que se movió pero sin viajar metido en las telas, pero Morante enganchó las embestidas, lo esperó y tiró de él con más largura en cada serie, dilatando cada muletazo, y poniendo expresion y naturalidad, sentimiento e inspiración a una faena de mucha importancia, con fases de toreo cumbre sobre la mano zurda. Se amorcilló el toro, y Morante sorprendió apuntillando al animal de un certero cachetazo al segundo intento. A pesar de la petición y en una temporada de abundantes obsequios presidenciales, el juez de plaza de modo incomprensible negó una de las orejas más merecidas de toda la Temporada Grande. 

Se desplazó y repitió con codicia el primero de la tarde al capote de Zotoluco, que volvía a Insurgentes tras la solvencia y la facilidad que mostró en su encerrona. El brío inicial del animal se quedó en temprana ilusión, pues a la muleta del torero de Azcapotzalco acometió más renuente, con menos brío y recorrido. Por el pitón zurdo el viaje fue algo más longevo y por ahí esculpió Zotoluco la serie más lograda de una labor presidida por el oficio a la que faltó intensidad y ligazón. La estocada, modélica, resultó determinante a la hora de conceder el trofeo. 

Con más trapío y alzada el cárdeno cuarto, al que Zotoluco recibió con dos largas en el tercio. Su falta de fortaleza lastró el comportamiento del cornúpeta, al que el torero mimó para tratar de sostenerlo en pie. No consiguió Zotoluco su propósito y las claudicaciones del toro impidieron que la faena tuviera continuidad. 

Diego Silveti lanceó a pies junto al tercero, corto de manos y de testa acapachada. Tuvo mejor son el de Fernando de la Mora y su temple y calidad lo aprovechó Silveti en dos series con la derecha medidas en su extensión pero descritas con gran naturalidad. Por el pitón izquierdo el viaje fue algo más corto y aunque también hubo muletazos con ritmo y largura, volvió el de Irapuato a la derecha para finalizar una obra interesante, que tuvo en el ritmo y la ligazón sus mayores virtudes. La espada sin embargo disipó los trofeos para el matador, que no para el toro, premiado con el arrastre lento. 

El lote lo completó el sexto, toro que se desplazó y repitió con calidad a la muleta de Silveti, sobre todo en los primeros compases de la faena. Tuvo su labor improvisación (cambió el viaje del toro por la espalda en varias fases de la faena), y sobre todo una extraordinaria conexión con el tendido, que rugió en distintos pasajes de la faena. Se fue apagando el toro en su tramo final, tiró de recursos hasta ejecutar manoletinas sin la ayuda de la espada bajo el grito de ¡torero, torero! Un derroche de entrega que remató de pinchazo y estocada para pasear una oreja.

fuente:mundotoro.com


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