viernes, 22 de marzo de 2013

Balance de la Feria de Fallas.


Reloj, no marques las horas



Por Álvaro R. del Moral



Patriarca bendito, señor San José… La cremá de las fallas de la capital valenciana saludará esta misma noche la entrada de la Primavera con un fuego milenario: es un nuevo ciclo vital; un año taurino que se abre bendecido por el cayado florido del carpintero de Belén mientras toda España mira al cielo y sueña con la inminente Semana Santa, la otra fiesta nacional. Concluye el ciclo valenciano, primer puerto de la gran temporada y lo hace brindando varias reflexiones y muy pocas certezas. La particular mascletá que había tapado el escaso pulso de los carteles montados por monsieur Casas -torismo, novilladas y supuestas figuras- ha mostrado sus carencias y sus virtudes; sus debilidades y sus propias fortalezas. Merece la pena darles un buen repasito.


De los carteles interesantes… Podemos comenzar con la esperanza, pintada de verde intenso, que ha inspirado la actuación de las renovadas promesas del escalafón novilleril. Pero el concurso del gran público no ha acompañó esta loable iniciativa a la que siguió un presunto y aburrido tramo torista -Adolfo Martín, miuras decimonónicos, ¿Alcurrucén? e interesantes toros de Fuente Ymbro- que tampoco captó mayor atención que la que cabía esperar aunque la cosa se animó en parte con los toros de Ricardo Gallardo. Ya se sabe: los adeptos al torismo oficial hacen un ruido de mil demonios pero caben en un taxi. Y es que el personal -con el frío que hacía- dejó pasar algunos carteles que deberían marcar las opciones de futuro y que, desgraciadamente, han permitido atisbar lo que se avecina en el gran circuito en esta temporada de la crisis: ruina pura y dura fuera de las tardes en las que se acartelen sin fisuras las escasas figuras con tirón de la yema del escalafón. Es lo que pasó cuando se juntaron Manzanares, el tardón Talavante, Castella, Perera o, previsiblemente, ocurrirá esta tarde en el día grande de San José que cierra las Fallas con Ponce y Morante. Pero, ¡cuidado!, también se hinchó el boletaje con los denostados Fandi o El Cordobés, acartelados con un Finito petroleado que ha alegrado las pajarillas a mis cuates. Ganaron por goleada -en las taquillas- a otros carteles y a otros nombres que sobre el papel y en los comentarios de las redes aparecían como ejes del ciclo. En cualquier caso, más allá de la apuesta de Fandiño, la resistencia de Mora y el buen tono de los grandes ha quedado una cosa más que clara: la gente quiere ver toros, sí, pero se apuntan a lo poco que pueden pero sobre todo a lo bueno.


Del buen rollito y la impuntualidad. La comentada tardanza de Alejandro Talavante en llegar a la plaza de Valencia -puerilmente empeñado en apurar al límite los minutos previos a liarse el capote- no deja se der un reflejo de esa deriva buenrollista de la que tampoco se salva la fiesta de los toros. Es preferible dejar esperando a doce mil almas que poner la cara colorada a un joven torero que se ha pasado por el forro de la montera uno de los parámetros más elementales de la educación taurina, con o sin atasco en la calle Játiva. Tampoco es de extrañar en estos tiempos en los que se discute la primacía de la antigüedad para abrir carteles. Se busca solucionar problemas -que no lo son- añadiendo otros que enredarían el tradicional turno y romperían moldes que han sido aceptados por todas las figuras, en todas las épocas. Pero ya digo, el buen rollito imperante ha roto demasiados moldes. En otros años, con otros nombres propios habrían asado sin contemplaciones al samurái dimisionario y además con razón ¿Alguien imagina a Antonio Ordóñez, Paco Camino, Manzanares padre, Paco Ojeda o Emilio Muñoz esperando al tercero del cartel para comenzar el festejo estrella de las Fallas? Yo no. Por cierto, este Observatorio aparca brevemente el batiscafo en Semana Santa. Nos volveremos a levantar el antifaz el Martes de Pascua. Sean felices…




fuente:sevillatoro.com



Una Feria de las Fallas con dos caras y Morante para el recuerdo


 
La feria taurina de Fallas ofreció dos caras muy distintas, tanto en la arena como en el tendido, por la división de los abonos en bloques temáticos, aunque la gran nota a destacar fue la faena que cuajó Morante de la Puebla a un toro de Juan Pedro Domecq en al corrida que cerraba el ciclo.


Dividido el abono por la empresa en tres bloques temáticos -feria de las novilladas, de los encastes y de las figuras- sólo el último apartado arrojó buenos resultados artísticos y económicos, coincidiendo con los verdaderos días festivos de la ciudad.

La tercera novillada y las cuatro corridas "toristas" se anunciaron en días laborables y a las cinco de la tarde, situación poco propicia para la asistencia de un público masivo. Y ante unos tendidos semidesiertos, lo que se vio en la arena tampoco dio para muchas alegrías.


Fueron muy pocos los toros y novillos que en esa gris primera parte de la feria dieron un mínimo juego, con un utrero -"Tañidero", de Fuente Ymbro- y un cinqueño -"Aviador, de Adolfo Martín- muy por encima de la pobre media de casta del resto de los astados.


Al primero le cortó una oreja el valenciano Román, que, aun resultando lesionado, fue el novillero más destacado de los diez que hicieron el paseíllo en Valencia.

La consiguiente feria de los encastes debió llamarse más bien de los descastes, a tenor del pésimo resultado de la inmensa mayoría de los toros asignados a este bloque, casi todos con los cinco años cumplidos.

Salvo el citado "Aviador", decepcionaron los saltillos de Adolfo Martín, excelentemente presentados; resultó mansa la corrida de Miura, igual que la de Alcurrucén, de encaste Núñez, y fueron descastados y deslucidos los domecq de Fuente Ymbro, por mucho que algún toro de las últimas "se dejara", como dicen los taurinos.

Precisamente a un ejemplar de Fuente Ymbro le cortó Iván Fandiño la única oreja concedida en este apartado, por una faena de valor y recia técnica.

Pero, justo al llegar los días festivos, desde el sábado 16, el ambiente taurino valenciano dio un giro de ciento ochenta grados. Para empezar, ese mismo día se colgó el cartel de "no hay billetes" y, como en los toros los encasillamientos siempre son relativos, las ganaderías supuestamente "comerciales", destinadas a las figuras, le enmendaron la plana clamorosamente a las "toristas".

La clase de los ejemplares de Domingo Hernández, la variada bravura de los de Núñez del Cuvillo y Jandilla -estos, además, de serio trapío- y, en menor medida, la nobleza de los de Juan Pedro Domecq propiciaron espectáculos triunfales, en los que la afición local pudo expresar su entusiasmo taurino.

Estas Fallas dejan para el recuerdo del aficionado catador la clase y la hondura de dos toreros que salieron andando de la plaza: un fresco Finito de Córdoba y, sobre todos, un Morante de la Puebla capaz de reconvertir con su toreo una sala de fiestas en un templo.

Morante cuajó una gran faena ayer al quinto toro de la tarde, un Juan Pedro Domecq falto de entrega, pero que el diestro compensó derrochando clase en una faena de larga duración en la que no cortó orejas, al fallar con la espada.

Por el resto, durante los días de fiesta se cortaron muchas orejas, a veces con demasiada generosidad, y abrieron la puerta grande El Cordobés, El Fandi, Juan José Padilla y Daniel Luque, así como los rejoneadores Andy Cartagena y Diego Ventura en la matinal del día 19.

La tónica general para el triunfo, en una "feria las figuras" donde no todos se comportaron como tales, fue la de un toreo populista y animoso que conectó a la perfección con unos tendidos metidos en fiesta.

Y también por ello hubo orejas para Sebastián Castella y José María Manzanares, que hicieron faenas menores y poco intensas, a diferencia de las de los extremeños Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante.



fuente:noticias.lainformacion.com



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