Algunos titulares que dedica la prensa nacional al toreo de Morante en Valencia.
Morante, Valencia, Burladero
Por Paco March
En la historia del toreo se cuentan muchas faenas y tardes para la Historia y se reconocen tanto por el nombre del diestro, como por la del toro o la ganadería y, también, la plaza en que se dieron. El último ejemplo, que compendia todo ello y lo eleva a la categoría de prodigio tuvo lugar el 16 de septiembre de 2012 en Nîmes. Sobran más datos.
Ahora, habrá que añadir-digo yo- el día de San José de 2013, Valencia como escenario alucinado, un toro de Juan Pedro que pasaba por allí y José Antonio Morante Camacho, llamado de La Puebla, como artífice del prodigio, obrador del milagro. Y para la Historia quedará como "la Faena de Valencia".
Antes de llegar a ella, a la faena en sí, el genio ya había dado pistas. Nueve verónicas y media como nueve soles y un fulgor; tres chicuelinas de enrosque supremo, templado desliz y sal de la tierra.
Tomado el señuelo rojo, los pases por alto fueron pura estampa de doradas épocas. En el redondo, apenas sostenido el estaquillador (siempre por el centro) por las yemas de dos dedos, toreaban cuerpo y alma acompasados, la muleta utilizada para esculpir el lance soñado, caricia y brisa de la marisma. Los de pecho ¡ay los de pecho! provocaban el asombro, tal era su brutal y angélica belleza, el cuerpo erguido, la cabeza altiva, los talones juntos, alivio justo y necesario del magma candente del toreo más puro y reunido que imaginarse pueda, el de los pitones rozando barriga o femorales pues el cuerpo del torero está en su trayectoria con la única ventaja de la inteligencia que mueve la mano que mece el engaño.
Tomada la izquierda el tono bajó pues la embestida, a la que siempre le faltó en humillación lo que le sobró de nobleza, no quería prolongarse hasta donde proponía el torero. Cambiada la muleta de mano de frente y por detrás, la obra volvía donde estaba y de ahí ya no se movería.
Mientras el coso de Monleón se convertía en el más cuerdo de los manicomios y la banda de la Vall d'Uxó , impregnada del mismo temple de la muleta de Morante, interpretaba "Nerva"- luego, en el turno de Luque, sonaría "Concha flamenca", un pasodoble que es pura sinfonía- el de la Puebla se empleaba en recrear el redondo, esculpir el de pecho, dibujar el trincherazo y en un molinete de 360º del que salió andando garbosamente.
Faltaba rematar la obra. No quiso la espada pasar más allá de la mitad y el gentío reaccionó con una tibieza que desdecía de su conmoción anterior. Pero qué importaba, si la vuelta al ruedo, saboreada por el torero y aclamada desde el tendido, fue de reconocimiento emocionado, gratitud y la imperceptible sensación de haber sido testigos de la historia.
El toreo necesita quien le escriba, reclama poetas, cuando se oficia desde las coordenadas que Morante- no sólo en Valencia, desde luego- y algún otro que todos sabemos, nos hace partícipes.
A la espera de ellos, qué mejor que ir las fuentes:
"Esa música, ese canto/ ese melodioso eco/ que escuchamos con los ojos/ y con los oídos vemos/ Esa soledad, sonora/ de musicales silencios./ Ese inaudito, invisible/saber y sabor del tiempo./ Esa ilusión del sentido/ saber y sabor toreros/ que en Vázquez, Romero y Paula/quintaesencian el toreo".
José Bergamín no llegó a ver a Morante.
El broche de oro
Por Paco Mora
Morante ha puesto broche de oro a la Feria de Fallas 2013 con una faena antológica. ¡Ay, si yo supiera escribir! Como me gustaría contársela a ustedes. Pero ha sido una faena de esas que hay que ver y sentir. Made in del fenómeno...
Por Ángel Berlanga
Morante ha puesto el broche de oro a la Feria de Fallas 2013 con una faena antológica. ¡Ay, si yo supiera escribir! Cómo me gustaría contársela a ustedes. Pero ha sido una faena de esas que hay que ver y sentir. Made in del fenómeno de La Puebla. Producto patentado. Abstenerse imitadores. José Antonio Morante debería ser nombrado caballero cubierto ante el Rey y ciudadano libre de impuestos. Porque él sí que es marca España, y no todos esos zascandiles que van y vienen a nuestra costa por los vericuetos europeos, ayudándole a la “tudesca” a meternos el miedo en el cuerpo con sus barbaridades economicistas. Faena inolvidable, para contársela a los nietos que están todavía por nacer. Y eso que en la tarde ha habido mucho y bueno, como una faena memorable de Enrique Ponce malograda como tantas otras con la tizona. Y dos aldabonazos de Daniel Luque, sobre todo el del bravo sobrero de Jandilla ante el que ha dado una gran dimensión de torero joven con un porvenir esplendoroso.
Pero como esto del toreo es un arte, mal que les pese a los prohibidores enemigos de uno de los ejercicios mas autóctonos de los españoles, para el recuerdo, de estas Fallas de la Valencia de mis amores que cuando escribo arde por los cuatro costados, quedarán el arte indescriptible de José Antonio Morante y la recuperación de la torería, empaque y enjundia de un soberano Finito de Córdoba que para muchos fue una sorpresa pero que para quien esto firma, fue la confirmación de que al enorme torero que lleva dentro el de “Cordobita la llana” no se lo había comido el gato.
Locura de fiesta grande hoy en la plaza de la calle de Xátiva, con un Ponce pletórico, un Morante sublime y un Luque que viene arreando. ¡Qué grande es el toreo! Repiquen a gloria las campanas y celébrense misas de acción de gracias, que la fiesta de los toros está viva y lo seguirá estando por los siglos de los siglos.
"En la mediana condición del toro radica mi satisfacción y la importancia de la faena", afirma el de La Puebla tras su magistral faena de Valencia
Morante: "El toreo es emoción y con este toro he podido sentirme"
Por Ángel Berlanga
Morante de la Puebla, que no tuvo opciones con su primero, cuajó la faena de la feria ante el quinto: "El toreo es emoción y con este toro he podido sentirme. Ha sido noble pero le han faltado muchas cualidades para ser un toro bueno, y ahí, en su mediana condición, es donde radica mi mayor satisfacción y la importancia de la faena".
¿Cuándo vio al toro y descubrió que podía cuajarlo?, preguntamos al de La Puebla: "Sinceramente, hay veces que hay toros en los que uno tiene esperanzas y otros en los que las pierdes. Éste no me dio muchas de salida porque vi que no iba a humillar pero yo nunca llegué a perder del todo la fe porque, aunque no descolgaba, más o menos tenía nobleza. Le he dado su distancia y su tiempo y creo que me he hecho con él y el toro ha respondido", desgranaba el genio sevillano, que asegura: "Me habría gustado cortar las orejas, desde luego que sí, pero lo he visto muy difícil para matar al toro porque se ha puesto siempre muy encampanado. Aun así, hay veces que se matan viéndolo difícil pero esta vez no ha sido así".
Morante para el recuerdo
Estas Fallas dejan para el recuerdo del aficionado catador la clase y la hondura de dos toreros que salieron andando de la plaza: un fresco Finito de Córdoba y, sobre todos, un Morante de la Puebla capaz de reconvertir con su toreo una sala de fiestas en un templo.
Por Marta Girona
Por Fernando Bermejo
Morante cuajó una gran faena ayer al quinto toro de la tarde, un Juan Pedro Domecq falto de entrega, pero que el diestro compensó derrochando clase en una faena de larga duración en la que no cortó orejas, al fallar con la espada.
Por el resto, durante los días de fiesta se cortaron muchas orejas, a veces con demasiada generosidad, y abrieron la puerta grande El Cordobés, El Fandi, Juan José Padilla y Daniel Luque, así como los rejoneadores Andy Cartagena y Diego Ventura en la matinal del día 19.
La tónica general para el triunfo, en una "feria las figuras" donde no todos se comportaron como tales, fue la de un toreo populista y animoso que conectó a la perfección con unos tendidos metidos en fiesta.
La cima y la sima, ¡gracias, Morante!
Por Marta Girona
Salía de la enfermería serio, con la mirada perdida y el paso seguro, como aquella Beneficencia de 2007 en Madrid, en la que la voltereta marcó el desenlace de la tarde. La lírica que surge de la épica. Salió de la enfermería con más calma que nunca, y Valencia lo estaba esperando. Y se entregó. Fantasmas y espinas, inspiración y veneno, canela y llanto, amarguras y soles. Morante, una de cal y otra de arena. Pero que arena...
El cante grande de Morante
Por Fernando Bermejo
Lo dijo Emilio Muñoz en la retransmisión en el Plus: "Faena de cante grande". El maestro entreveraba el discurso de fondo arriesgando, conocedor de las consecuencias de revelar lo que le pasaba por la cabeza: estábamos viendo la faena de la feria.
Leo a Zabala en la web horas después y hay que ponerse otra vez en pie: "La vuelta al ruedo fue la más torera de 12 días con sus noches".
Estas son las famosas cosas de Morante. Si el jaleo de sus allegados en el aeropuerto de Sevilla al volver de las Américas invitaba a la broma fácil de su primera salida a hombros de la temporada, lo de Valencia no tiene nada de broma, ni desgraciadamente de Puerta Grande, ni infaustamente de una oreja siquiera. Por la tele no podemos contar los pañuelos, pero que esa faena se premie con una vuelta al ruedo de ensueño da que pensar, estocada corta y dos descabellos incluidos. Debía de apretar en la plaza el frío de nuestro marzo de anorak.
La singularidad de Morante ha sido insistentemente remarcada en este blog. Incluso en las tardes de su petardo tan singular, como ido, desmadejado, resolviendo al paso lo que no tiene solución. Esas tardes volverán, pero como entonces desenfundarán agrios los detractores de la causa, exprimamos al máximo el regocijo por un torero absolutamente diferente a todos. Vean y comprueben: no son las patillas, es la verónica al compás. El cante grande. Y hay que insistir en ello porque si echamos un vistazo quizá empecemos a comprobar que eso del toreo "arrebujao" de Morante o del cante grande en flamenco necesita traducción en 140 caracteres.
Las entradas del Domingo de Resurrección en La Maestranza se han puesto por las nubes.
Morante sueña el toreo
Por Zabala de la Serna
Morante, que ya en el toro de Ponce había dibujado tres verónicas soberbias, ofreció un recital con el quinto en frondoso saludo. Maravilloso homenaje al tronco del toreo. Y en la replica soberbia a Luque por chicuelinas. La faena desprendió el aroma de la despaciosidad, la torería y la inteligencia de un nuevo Morante para ayudar al toro en su toreo con la palma de la mano. Hubo ayudados antiguos y pases de pecho de rebozarse, a cámara lenta. Como su últimas series de cintura y compás. Básicamente diestra porque era la mano del buen juampedro. Era de dos orejas, dos. Pero la espada en buen sitio no se hundió lo necesario. Era de dos, de puerta grande del tirón. La faena de la Feria de Fallas 2013. El presidente por dos descabellos y algunos por lo mismo se guardaron los pañuelos. La vuelta al ruedo fue la más torera de 12 días con sus noches.
Faenón, de Morante
Más que la Puerta Grande, Morante abrió la Puerta del Alma, que tantas veces es más recordada. Regaló detalles sin poder concretar ante el segundo bis, que casi le hiere tras hacer por él mientras descabellaba. Un corte con el acero en el pie -pasó por la enfermería brevemente- fue todo en un susto que pudo ser mucho mayor. Todo quedaba para el quinto y todo salió de él. Hizo mejor a un buen toro, muy en el tipo del Conde de la Corte que tuvo un buen pitón derecho. Fue una faena ante todo torera, sin estridencias. Todo cuanto hizo fue reposado, elegante, torero. Especialmente por el pitón derecho, por donde iba mejor el de Juan Pedro, aunque surgiera algún natural suelto tan bello como silenciado. A más siempre la faena hasta terminar enloqueciendo al tendido. La última tanda de derechazos, con el estoque de matar ya montado, terminó de prender la plaza y las Fallas. Era de dos y tras pinchazo y dos descabellos debió quedar en una. No hubo petición suficiente y no hubo más que una clamorosa vuelta al ruedo.
Catársis morantista
Por JORGE CASALS
En el día grande no cabía más que el toreo grande. La de ayer se recordará como la tarde en la que Morante de la Puebla se reencontró con Valencia, en la que perfumó con su aroma del sur la brisa del Mediterráneo.
La Giralda se abrazó al Miguelete en un idilio de sensaciones y emociones desatadas. Sobre el Turia cayeron gotitas del Guadalquivir, pinceladas de arte con la rúbrica de un artista sin parangón. Catarsis morantista en Valencia. Sello de calidad. Morante y los demás.
La magia llegó en el quinto. La faena de la tarde, de la feria. Para recordar. Completa de principio a fin. De capote a muleta. Torería y distinción en el toreo del sevillano, que enloqueció al público valenciano. Despaciosidad en el trazo, cadencia, compás, el toreo de sentimiento que muy pocos saben interpretar. Se durmió en las últimas tandas de derechazos, encajado, templado y toreando con una despaciosidad sin igual. Falló a espadas pero no importaba el premio.
Morante de la Puebla, mejor faena en la Feria de Fallas de Valencia
Por Rafael Peralta Revuelta
Todo quedó en una vuelta al ruedo. Poco importan las orejas. Queda el recuerdo. Ese instan...te de lo eterno. Es el "toreo inexplicable de los genios".
Tras la faena de Valencia pensaba en aquella faena y sueño inolvidable que siempre recordaré; al igual que aún se recuerdan las faenas de Curro Romero en San Sebastián en 1973 o la de Paula al sobrero de Benavides en la Feria de Otoño del 87, en las tampoco que no se cortaron orejas...
Sueño torero
¡Qué magia, qué fantasía!
¡Qué soberano derroche
de poner oro a este broche
de temple y pinturería!
¡Qué arcángel de torería
sobre el ruedo valenciano!
¡Qué duende puro y gitano!
¡Qué ensueño de naturales
-entre albero y arrozales-
interpretó el sevillano!
¡Qué algarabía, que sueño
de cante jondo y guajira!
Cuando Morante se inspira
del arte sólo es el dueño;
¡Se queda el ruedo pequeño
con su angélica presencia!
Y ya no existe la ciencia
que en un soplo, en un instante
ha puesto de pie Morante
a la Plaza de Valencia.
¿Pero es verdad lo que vi
o fue la imaginación
quien hizo esa creación
de gracia y kirikikí?
Cuando se torea así,
todo es pasión desmedida,
la mente queda dormida…
y es que después de yo verte
qué poco importa la muerte,
qué bella se hace la vida.
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