Duras criticas al entorno de Morante.
La 'currovazcada'
La currovazcada es el nuevo término que acuñan los taurinos, cuando no está el susodicho delante, claro está. La currovazcada es una artimaña puesta en práctica por uno que fue torero, que fue consentido en Las Ventas, que hizo bramar a todo Madrid con victorinos, que llevaba por bandera la pureza del toreo y que ahora embarca el toro de Linares para la plaza que le hizo comprar un chalé.
La currovazcada la podría perpetrar el Lazarillo de Tormes, El Buscón de Quevedo o hasta el mismísimo Dioni. No es así en los toros. La currovazcada la comete un señor bien planchado, de aspecto serio y con olor a torero caro allá donde va. Se transmite vía móvil a la red familiar que trabaja en las dehesas de otros gobernándolas a su antojo durante un rato clave.
El fin de la currovazcada no es otro que embarcar un toro diezmado, un toro que va dos o tres escalones por debajo del nivel del coso en cuestión y que da más pena que miedo.
La currovazcada la conocen todos los que mueven el negocio taurino, pues no vayan a creer que ahora se acaba de descubrir. Las empresas la consienten porque el público de sus plazas quiere ver a Morante y, ya hace un tiempo, a Cayetano. Los ganaderos se humillan ante ella para que su hierro (que no su toro) esté en los carteles de campanillas. Y el aficionado no solo la conoce, sino que la detesta.
La currovazcada no beneficia a nadie, pues Morante tiene categoría, valor, torería y poder como para cuajar al de la carretera. No beneficia al público, que ve cómo su Morantito maquilla con aroma de Loewe lo que huele a podrido, sino acuérdense del birrioso segundo de festejo, o del hermoso y tullido cuarto, incluso del escurrido y lavado tercero. La currovazcada tampoco beneficia a la empresa, que defrauda a sus clientes dos de cada tres veces cometida. Ni a la Autoridad, que se echa a temblar cuando la barrunta en el cartel.
La currovazcada beneficia a su inventor, que de consentido ha pasado a traicionero de valores en esta catedral de Madrid, porque la currovazcada halla su base en la vanidad que otorga la posibilidad de cometer el abuso de poder.
Morante debe soltar lastre, y no sólo lípido
Mis amigos morantistas quizás no entiendan las siguientes líneas, alguno pensará que me he cambiado de bando. Se confunden. El de la Puebla siempre estará en el cartel que yo haría pero no por ello debo silenciar muchas de las nefastas decisiones que están conviertiendo su temporada en un camino de resignación para los que le seguimos allí donde torea.
Fuera de forma. Embutido en un traje que cualquier día de estos estalla por alguna de sus costuras. Apático. Sus famosos arrebatos toreros son cada vez más racionalizados y escasos. Inoperante. Dejado de la mano de Dios. Más bien, dejado de la mano de un tal Curro. CV para los amigos. El periodista Javier Hernández (@jhernandez) ha descrito genialmente esta relación como la "currovazcada".
Desde Málaga nos cuentan que Morante, a través de su apoderado, ha comunicado a la empresa de Málaga que este año el torero no tiene interés en aparecer por la tierra del genial Picasso. La razón esgrimida tiene que ver con la hora del sorteo. Las 5 de la tarde es la hora la siesta y no la del sorteo de los lotes. Los problemas de corrales surgidos en las últimas temporada, con un elevado número de reses rechazadas por los equipos gubernativos, no ha gustado a un Morante que de este modo quiere mostrar su disconformidad con la labor desarrollada por la Autoridad. Como el niño chico que cruzado de brazos y con el ceño fruncido dice aquello de, -ahora me enfado y no respiro-.
La trágala de ayer en Madrid, con una impresentable corrida de Cuvillo que no debió salir de El Grullo, sólo se puede explicar entorno al poder negociador que maneja Curro Vázquez, que juega con el miedo de las empresas a que el de La Puebla se enfade y haga la cruz a la plaza que ose echar para atrás alguno de los toros elegidos por CV. Que le pregunten a Málaga.
Personajes como CV hacen demasiado daño a la Fiesta como para gestionar la carrera de uno de los mejores toreros contemporáneos.
La currovazcada la podría perpetrar el Lazarillo de Tormes, El Buscón de Quevedo o hasta el mismísimo Dioni. No es así en los toros. La currovazcada la comete un señor bien planchado, de aspecto serio y con olor a torero caro allá donde va. Se transmite vía móvil a la red familiar que trabaja en las dehesas de otros gobernándolas a su antojo durante un rato clave.
El fin de la currovazcada no es otro que embarcar un toro diezmado, un toro que va dos o tres escalones por debajo del nivel del coso en cuestión y que da más pena que miedo.
La currovazcada la conocen todos los que mueven el negocio taurino, pues no vayan a creer que ahora se acaba de descubrir. Las empresas la consienten porque el público de sus plazas quiere ver a Morante y, ya hace un tiempo, a Cayetano. Los ganaderos se humillan ante ella para que su hierro (que no su toro) esté en los carteles de campanillas. Y el aficionado no solo la conoce, sino que la detesta.
La currovazcada no beneficia a nadie, pues Morante tiene categoría, valor, torería y poder como para cuajar al de la carretera. No beneficia al público, que ve cómo su Morantito maquilla con aroma de Loewe lo que huele a podrido, sino acuérdense del birrioso segundo de festejo, o del hermoso y tullido cuarto, incluso del escurrido y lavado tercero. La currovazcada tampoco beneficia a la empresa, que defrauda a sus clientes dos de cada tres veces cometida. Ni a la Autoridad, que se echa a temblar cuando la barrunta en el cartel.
La currovazcada beneficia a su inventor, que de consentido ha pasado a traicionero de valores en esta catedral de Madrid, porque la currovazcada halla su base en la vanidad que otorga la posibilidad de cometer el abuso de poder.
Morante debe soltar lastre, y no sólo lípido
Mis amigos morantistas quizás no entiendan las siguientes líneas, alguno pensará que me he cambiado de bando. Se confunden. El de la Puebla siempre estará en el cartel que yo haría pero no por ello debo silenciar muchas de las nefastas decisiones que están conviertiendo su temporada en un camino de resignación para los que le seguimos allí donde torea.
Fuera de forma. Embutido en un traje que cualquier día de estos estalla por alguna de sus costuras. Apático. Sus famosos arrebatos toreros son cada vez más racionalizados y escasos. Inoperante. Dejado de la mano de Dios. Más bien, dejado de la mano de un tal Curro. CV para los amigos. El periodista Javier Hernández (@jhernandez) ha descrito genialmente esta relación como la "currovazcada".
Desde Málaga nos cuentan que Morante, a través de su apoderado, ha comunicado a la empresa de Málaga que este año el torero no tiene interés en aparecer por la tierra del genial Picasso. La razón esgrimida tiene que ver con la hora del sorteo. Las 5 de la tarde es la hora la siesta y no la del sorteo de los lotes. Los problemas de corrales surgidos en las últimas temporada, con un elevado número de reses rechazadas por los equipos gubernativos, no ha gustado a un Morante que de este modo quiere mostrar su disconformidad con la labor desarrollada por la Autoridad. Como el niño chico que cruzado de brazos y con el ceño fruncido dice aquello de, -ahora me enfado y no respiro-.
La trágala de ayer en Madrid, con una impresentable corrida de Cuvillo que no debió salir de El Grullo, sólo se puede explicar entorno al poder negociador que maneja Curro Vázquez, que juega con el miedo de las empresas a que el de La Puebla se enfade y haga la cruz a la plaza que ose echar para atrás alguno de los toros elegidos por CV. Que le pregunten a Málaga.
Personajes como CV hacen demasiado daño a la Fiesta como para gestionar la carrera de uno de los mejores toreros contemporáneos.
Las razones de la desafeccion.
Una impresentable corrida de Núñez del Cuvillo desbarata la primera corrida de Morante en Madrid.
Cuando el toreo más necesita que lo arropen y que le den la seriedad que merece una corrida de máxima expectación en Las Ventas, en pleno San Isidro y con las figuras en el cartel en esa magnífica cúspide de la curva de la admiración, llegan Curro Vázquez (apoderado de Morante) y Manuel Martínez Erice (coadjutor de Talavante y para más inri empresario del coso) y le asestan una cuchillada en la mismísima entraña; una cuchillada en forma de una corrida de ‘choticabras’ e impresentable aspecto de Núñez del Cuvillo, que ha tirado por los suelos el que se presumía como uno de los acontecimientos de la temporada. Algo parecido hizo Curro Vázquez el año pasado en Sevilla, por San Miguel, con aquella corrida de Zalduendo que nunca existió, y que ahora ha traspasado a Madrid con la misma cara de póker que suele poner para lo bueno y para lo malo, para la salud y para la enfermedad. El propio ganadero ha dicho que tuvo que completar su última corrida de Sevilla –la del indulto– con algún toro reseñado para ayer y que ha sido un error venir así a esta plaza. A la fiesta no sólo se la mata con prohibiciones en Cataluña, se la hiere de muerte traicionándola en fechas como las de ayer con pizpiretas e incomprensibles explicaciones. Si no hay toros, no se trae la corrida y mucho menos se completa a la baja con animalillos como el segundo de la tarde, que no era toro, que era cabra y que encabronó a los 24.000 espectadores de qué manera porque encima le hubo tocado a Morante, que a su proverbial mala suerte en los sorteos tiene que unir la desfachatez de su cuidadoso mentor, que de tanto llevarlo entre algodones le va a causar más de una rozadura en su crédito de máxima figura.
Cuando el toreo más necesita que lo arropen y que le den la seriedad que merece una corrida de máxima expectación en Las Ventas, en pleno San Isidro y con las figuras en el cartel en esa magnífica cúspide de la curva de la admiración, llegan Curro Vázquez (apoderado de Morante) y Manuel Martínez Erice (coadjutor de Talavante y para más inri empresario del coso) y le asestan una cuchillada en la mismísima entraña; una cuchillada en forma de una corrida de ‘choticabras’ e impresentable aspecto de Núñez del Cuvillo, que ha tirado por los suelos el que se presumía como uno de los acontecimientos de la temporada. Algo parecido hizo Curro Vázquez el año pasado en Sevilla, por San Miguel, con aquella corrida de Zalduendo que nunca existió, y que ahora ha traspasado a Madrid con la misma cara de póker que suele poner para lo bueno y para lo malo, para la salud y para la enfermedad. El propio ganadero ha dicho que tuvo que completar su última corrida de Sevilla –la del indulto– con algún toro reseñado para ayer y que ha sido un error venir así a esta plaza. A la fiesta no sólo se la mata con prohibiciones en Cataluña, se la hiere de muerte traicionándola en fechas como las de ayer con pizpiretas e incomprensibles explicaciones. Si no hay toros, no se trae la corrida y mucho menos se completa a la baja con animalillos como el segundo de la tarde, que no era toro, que era cabra y que encabronó a los 24.000 espectadores de qué manera porque encima le hubo tocado a Morante, que a su proverbial mala suerte en los sorteos tiene que unir la desfachatez de su cuidadoso mentor, que de tanto llevarlo entre algodones le va a causar más de una rozadura en su crédito de máxima figura.
La pantomima, falsedad y burla de la tauromaquia del s. XXI
Me parecería una tomadura de pelo por mi parte ponerme a hablar de la primera corrida de Núñez del Cuvillo como si no pasara nada, como si realmente estuviéramos hablando de una corrida de toros al uso. No creo que sea saludable tratar a lo que salió en Madrid, como una corrida de toros. A mi personalmente, e insisto, personalmente y según mi opinión muy personal, me parece que no debemos seguir el juego a estos mentirosos del toreo. Si nos ponemos a hablar con toda naturalidad de los que pasó en las Ventas el día del santo patrón, creo que seríamos cómplices de un delito contra lo que se quiere convertir en Patrimonio Cultural Inmaterial Universal. Cosas así solo merecen que se tiren a la basura e intentar que no vuelvan a pasar jamás, aunque pasarán. Empezar a decir que si el toro de Saldívar fue a la muleta o dejó de ir, creo que es dar cobertura a una inmoralidad.
Pero como las cosas funcionan como funcionan, dentro de tres días nos volveremos a encontrar con otra como esta. Igual hasta sale mejor, con más trapío, más brava y sin ese aspecto anovillado que han exhibido en la quinta de feria. Entonces a lo mejor hasta me sentía más engañado todavía, porque me sonaría a que en la oferta de dos por uno, la de regalo no era para sacarla en Madrid, lo sabían y a pesar de todo tiraron pa’lante. Ahora se me vienen a la cabeza las imágenes de recientes indultos, la emoción y las lágrimas del ganadero, coronado como el gran adalid de esta comedia bufa.
Pero como las cosas funcionan como funcionan, dentro de tres días nos volveremos a encontrar con otra como esta. Igual hasta sale mejor, con más trapío, más brava y sin ese aspecto anovillado que han exhibido en la quinta de feria. Entonces a lo mejor hasta me sentía más engañado todavía, porque me sonaría a que en la oferta de dos por uno, la de regalo no era para sacarla en Madrid, lo sabían y a pesar de todo tiraron pa’lante. Ahora se me vienen a la cabeza las imágenes de recientes indultos, la emoción y las lágrimas del ganadero, coronado como el gran adalid de esta comedia bufa.
El consentido de la Puebla
Los morantistas viven dicharacheros en una especie de bucle folclórico del que no salen, ni quieren salir. Toleran la mar de bien el fraude que sesga de porvenir sus faltriqueras y llevan con toda la dignidad del mundo su papel de primos en toda esta historia. Y han convertido a Morante, un buen torero, uno de tantísimos nacidos en la época del toreo, 1754-201X, en un consentido con gula, que cree estar por encima del bien y del mal todo sea en nombre del "arte". Que jamás tendrá que rendir cuentas ante nadie, pues ya se sabe, cuando vengan mal dadas -que suele coincidir con las dias dé y horas hache-, pues tira uno del Cossío y se saca cuatro perlas de Rafael el Gallo, más trilladas que la avena, y se luce, que para eso existen micrófonos amigos, plumas beatas y estómagos agradecidos que cantarán el fracaso como gloria, la vergüenza como decoro y al choriceo lo llamarán duende.
Y no se hartarán de verlo torear mierdas, de las de Cuvillo, Zalduendo, Daniel Ruiz, Garcigrande, Juan Pedro, da igual, todas son plastas y marrones. Allá en la Feria en dónde asole la peste del encaste Domecq y del toro subnormal, habrá un Morante anunciado a bombo y platillo como viajero en el tiempo, unos dicen que venido desde el Barroco, otros que de la Época de Oro, y unos pocos como yo piensan que está dónde tiene que estar, en la era del deuvedé, que es el mayor aparato que los chinos han aportado al toreo moderno, y sin el cual Morante hubiera sido un torero bueno, y nunca un impostor de torerías como es ahora. Mira que es dificil estar mal con aquellos toretes programados genéticamente para que los toreros estén bien, pero eso Morante lo cuaja. Que se fije en el Juli o Manzanares, que siendo menos toreros son más. Porque muestran ambición, ganas de agradar y -a su manera- adquieren una responsabilidad cada vez que se visten de luces, aunque su pecado es el mismo: nombrar al Toro en vano.
Por su mala cabeza -cuando uno se equivoca tantas veces eligiendo las compañías la mala elección deja de ser casualidad-, está tirando una carrera que podría ser fabulosa a la basura. Hace un tiempo despidió a su preparador físico, Poli Gallardo, reconocida eminencia en lo suyo, y ahora se ve al sevillano embutido a presión en el traje, desfondado y con aspecto de veterano venido muy a menos. Antonio y Curro Vázquez siguen campando a sus anchas por las dehesas de España, deshojando margaritos, "este si, este no", que sólo le son válidos en las plazas de talanqueras en donde por cada kilo en el ruedo de cuvillo/garcigrande/juanpedro, en el tendido se da cuenta de un litro de kalimotxo.Y él, mientras, a lo suyo, a llevarselo crudo y hacerse un hueco en la Historia de este arte cada día más incomprensible llamado tauromaquia, a base de montarse sus propias películas en las que el protagonista es cualquiera antes que el toro. Ayer, en unos de esos micrófonos amables, comentaba tras el fracaso, con gesto de normalidad, que "esto cada día es más dificil, que se quiere un toro que sea grande y no se caiga". Qué menos, Don Morante. Con un toro que no sea un becerro y que no se despanzurre por los suelos la sufrida afición se conforma, y no será gracias a usted, porque las vergüenzas más sonadas en los últimos tiempos han estado ligadas inquebrantablemente a su nombre.
Nota: Alvaro Nuñez de Benjumea, el ganaduro más importante de la Historia, ha afirmado vía twitter, -cito textualmente-: "siento el fracaso de hoy. Esta corrida ha sido un error. De los fracasos se aprende". Menudo gesto de hipocresía, primero estafa y después pide perdón. Puedo entender que un error se puede dar cuando los toros se caen por alguna enfermedad que el ganadero no ha podido saber que existía, o cuando sale una moruchada de no te menees. Pero embarcar diez becerros rumbo a Madrid no es un error, es un FRAUDE. ¿O acaso a estas alturas no sabemos lo que es un toro o lo que son las Ventas?
Y no se hartarán de verlo torear mierdas, de las de Cuvillo, Zalduendo, Daniel Ruiz, Garcigrande, Juan Pedro, da igual, todas son plastas y marrones. Allá en la Feria en dónde asole la peste del encaste Domecq y del toro subnormal, habrá un Morante anunciado a bombo y platillo como viajero en el tiempo, unos dicen que venido desde el Barroco, otros que de la Época de Oro, y unos pocos como yo piensan que está dónde tiene que estar, en la era del deuvedé, que es el mayor aparato que los chinos han aportado al toreo moderno, y sin el cual Morante hubiera sido un torero bueno, y nunca un impostor de torerías como es ahora. Mira que es dificil estar mal con aquellos toretes programados genéticamente para que los toreros estén bien, pero eso Morante lo cuaja. Que se fije en el Juli o Manzanares, que siendo menos toreros son más. Porque muestran ambición, ganas de agradar y -a su manera- adquieren una responsabilidad cada vez que se visten de luces, aunque su pecado es el mismo: nombrar al Toro en vano.
Por su mala cabeza -cuando uno se equivoca tantas veces eligiendo las compañías la mala elección deja de ser casualidad-, está tirando una carrera que podría ser fabulosa a la basura. Hace un tiempo despidió a su preparador físico, Poli Gallardo, reconocida eminencia en lo suyo, y ahora se ve al sevillano embutido a presión en el traje, desfondado y con aspecto de veterano venido muy a menos. Antonio y Curro Vázquez siguen campando a sus anchas por las dehesas de España, deshojando margaritos, "este si, este no", que sólo le son válidos en las plazas de talanqueras en donde por cada kilo en el ruedo de cuvillo/garcigrande/juanpedro, en el tendido se da cuenta de un litro de kalimotxo.Y él, mientras, a lo suyo, a llevarselo crudo y hacerse un hueco en la Historia de este arte cada día más incomprensible llamado tauromaquia, a base de montarse sus propias películas en las que el protagonista es cualquiera antes que el toro. Ayer, en unos de esos micrófonos amables, comentaba tras el fracaso, con gesto de normalidad, que "esto cada día es más dificil, que se quiere un toro que sea grande y no se caiga". Qué menos, Don Morante. Con un toro que no sea un becerro y que no se despanzurre por los suelos la sufrida afición se conforma, y no será gracias a usted, porque las vergüenzas más sonadas en los últimos tiempos han estado ligadas inquebrantablemente a su nombre.
Nota: Alvaro Nuñez de Benjumea, el ganaduro más importante de la Historia, ha afirmado vía twitter, -cito textualmente-: "siento el fracaso de hoy. Esta corrida ha sido un error. De los fracasos se aprende". Menudo gesto de hipocresía, primero estafa y después pide perdón. Puedo entender que un error se puede dar cuando los toros se caen por alguna enfermedad que el ganadero no ha podido saber que existía, o cuando sale una moruchada de no te menees. Pero embarcar diez becerros rumbo a Madrid no es un error, es un FRAUDE. ¿O acaso a estas alturas no sabemos lo que es un toro o lo que son las Ventas?
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